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A esta isla de la Polinesia Francesa solo podrás ir de visita durante el día pero está prohibido pasar la noche si no eres de allí. ¿El motivo? Justificado. No se fían, y con razón.
En el medio del Océano Pacífico se encuentra Maiao, una pequeña isla situada a 62 millas náuticas al oeste de Tahití que se ha ganado una reputación singular como la «isla prohibida». Administrativamente parte de la comuna de Moorea (isla próxima del mismo nombre), este aislado paraíso ha mantenido una estricta política de restricción hacia los foráneos desde hace casi un siglo. Con una población de 353 habitantes en 2017, Maiao ofrece una visión única de la resistencia cultural y la preservación de las tradiciones en un mundo cada vez más globalizado y que por suerte, en algunas islas de Polinesia Francesa se siguen perviviendo.
La prohibición de pernoctar en Maiao para los extranjeros, o más bien para los que no sean de allí, está vigente desde 1936 y tiene sus raíces en eventos ocurridos en la década de 1920. Un comerciante británico llamado Eric Lawford Trower se instaló en la isla con el objetivo de explotar económicamente a sus habitantes mediante la venta a crédito de bienes de consumo importados. Trower se aprovechó de la fascinación de los isleños por estos productos y, además, introdujo el alcohol en la isla. Las deudas acumuladas rápidamente ahogaron a los locales, incluyendo al soberano de la isla, Nu’u a Tauniua, quien perdió gran parte de sus tierras ante Trower. Básicamente les embaucó y finalmente les engañó. Y es que cualquiera que conozca un poco al pueblo polinesio sabrá que son sobre todo hospitalarios y nobles.
Ante esta crisis y al ver que buena parte de la isla iba a acabar en manos del inglés, el pastor Octave Moreau aconsejó a los habitantes de Maiao denunciar estas malversaciones al Gobernador de la época. Una investigación reveló las prácticas ilegales y abusivas de Trower, que incluían todo tipo de amenazas armadas y el uso de testimonios falsos aprovechándose de la buena voluntad de los habitantes. Finalmente, en 1934, el tribunal de Papeete (capital de Polinesia Francesa) ordenó la confiscación de las tierras adquiridas por Trower, que fueron compradas por la Asociación Agrícola de Maiao, entidad que agrupa a todos los habitantes de la isla y que sigue siendo una pieza clave en la economía local. Una historia que finalmente salió bien pero creo resquemor y mucho reparo a que les volviese a pasar cualquier cosa similar con un extranjero de baja moral.
Aunque la razón histórica de la prohibición se ha desvanecido con el tiempo, la tradición persiste. Es decir, a día de hoy sigue siendo así y solo puedes ir a la isla de visita y volverte el mismo día. Muchos habitantes actuales desconocen el origen exacto de esta restricción y consideran las normas vigentes como un legado de sus ancestros. La regulación, revisada por última vez en 1989, establece estrictas normas que incluyen la prohibición de construir pistas de aviación y hoteles, la venta limitada de propiedades y la restricción del consumo y venta de alcohol.
Desde 2013, Maiao ha comenzado a abrirse al turismo de manera muy controlada. Un charter náutico transporta visitantes desde Tahití para estancias de tres días, durante las cuales los turistas permanecen a bordo del barco. Estas visitas incluyen actividades como paseos por la playa, caminatas por la montaña y grandes picnics junto al mar. En 2017, unas cien personas pudieron experimentar la belleza y el aislamiento de Maiao a través de este tipo de turismo. De todos modos es una isla poco visitada, sobre todo por extranjeros y quienes lo hacen van y vienen en el día.
La apertura al turismo representa una fuente de ingresos crucial para los habitantes de Maiao. No obstante, cualquier desarrollo turístico debe respetar las estrictas regulaciones y la cultura local, asegurando que la esencia de Maiao como «isla prohibida» se mantenga. La economía local en buena medida se sustenta en la creación de techos de palma, tan característicos de las islas polinesias y que desde allí se envía a lo largo y ancho del país.
Maiao sigue siendo un ejemplo fascinante de cómo una comunidad puede equilibrar la modernidad y la preservación cultural. La isla, con su rica historia y fuertes tradiciones, ofrece un modelo de resistencia y adaptación, manteniendo sus puertas entreabiertas al mundo exterior mientras protege su identidad única.
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Comentarios y opiniones sobre Maiao, la isla prohibida para los extranjeros
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